La Justicia más lenta.

3 julio, 2023 - 6 minutes read

La solución no pasa por crear más juzgados, sino en trabajar para que los que ya existen funcionen con eficacia y productividad.

Tal como ha demostrado el tiempo, tampoco la solución es posibilitar la tramitación de procesos técnicamente complejos a personas sin conocimientos procesales, como sucedió con aquel malogrado experimento denominado: “Monitorio europeo”, hoy prácticamente en desuso por inservible y altamente arriesgado en lo que afecta a costas.

No hay que ser muy perspicaz para saber que la causa y responsabilidad de la lentitud judicial no recae en abogados y Procuradores. Prescindir de dichos profesionales era mucho más que reducir el problema al absurdo, era una absoluta insensatez y el tiempo lo ha demostrado. ¿El resultado? infinidad de problemas judiciales, procesales, notificaciones imposibles, incumplimiento de plazos, Jueces y LAJS metamorfoseados en asesores procesales, y sobre todo perjuicios irreparables a demandantes que ingenuamente se creyeron el cuento. Pero la culpa no es suya. La culpa es de quienes hicieron la ley desde la barrera sin haber pisado nunca un juzgado. Hoy el monitorio europeo, es un proceso que solo genera rechazo generalizado después de años de experiencias desastrosas, litigios y miles de euros perdidos.

Además, aquel proceso instauró una Justicia discriminatoria de dos velocidades. Por un lado, una justicia para litigantes elitistas, frente a otros menos favorecidos. Distinción provocada forzadamente por aquel engendro procesal, que curiosamente pretendía lo contrario. El proceso dividió a las partes procesales, por un lado, los que litigaban con abogado y procurador disponiendo de más posibilidades de vencer en los pleitos, frente a los que se lanzaban al vacío sin defensa profesional pero que acababan perdiendo juicios “fáciles” y miles de euros, por enfrentarse a una parte demandada debidamente asesorada y defendida por medio de abogado. Un sinsentido.

Es un hecho probado, nunca mejor dicho, que ni la creación de más juzgados ni aquellos experimentos procesales como el malogrado monitorio europeo han logrado solucionar nada. Todo lo contrario, han deteriorado lo poco que más o menos funcionaba con cierta normalidad. La Justicia es hoy el doble de lenta que hace 10 años. Aquel monitorio que se presentaba como la promesa para afianzar el camino hacia una Justicia rápida y barata, supuso el castigo más desastroso y pernicioso para los litigantes que se aventuraron a utilizarlo sin defensa profesional. En muchos casos, no solo perdieron el pleito, sino que, además, tuvieron que pagar las costas del abogado y procurador contrarios.

La lentitud de la Justicia no se soluciona matando moscas a cañonazos. Es imprescindible analizar con un mínimo de profundidad y rigor el problema real que subyace en la demora de los procesos. La solución pasa por aspirar a una justicia que funcione con unos mínimos estándares de eficacia y productividad. Si para ello, es necesario tomar medidas extremas, que se tomen. Pero deben desecharse las opciones fáciles, como la de instaurar experimentos procesales a golpe de presupuestos, que sólo terminan por agravar y cronificar el problema con el dinero de todos.

No se solucionará nunca el problema, creando más sedes judiciales de forma indiscriminada ni atiborrando los juzgados de personal. La solución pasa por impulsar la productividad y eficacia judicial de los juzgados y personal ya existente. No son soluciones sencillas, y desde luego mucho menos populares y vistosas como la de inaugurar ciudades judiciales. La aspiración a la productividad judicial no es una medida al servicio del ego cortoplacista de políticos ni de su voracidad electoralista. Son medidas complejas de implementar, que necesitan de análisis rigurosos y serios dirigidos a detectar las causas objetivas del problema, pero que no garantizan “salir en la foto”. Por eso mismo, no se están adoptando porque la prioridad del político español no son las soluciones sino los cargos.

Sospecho que en breve nos vendrán con el viejo cuento de nuevos ensayos procesales o inauguración de nuevos juzgados «especializados o de soporte», tan innecesarios y superfluos como algunos que ya existen hoy, semi-vacíos de personal y de asuntos. Un insulto a la decencia. (Puedo dar ejemplos).

En definitiva, me temo que en breve se anunciarán nuevas medidas tomadas desde la barrera por parte de burócratas cortoplacistas que saben de juzgados lo que yo de reactores nucleares. Medidas financiadas con el bolsillo del contribuyente españolito, las cuales, lejos de solucionar nada sólo servirán para acrecentar el ego mediático y electoralista de la ministra/o de turno, y poco más. Ex nihilo nihil fit.